Hablaba de tormentas y no me equivoqué. Un tsunami en toda regla, de hecho.
He sido sacudido en donde más me duele. Mis ilusiones se vienen abajo como castillos de naipes. Durante 4 años y en especial los 2 últimos, he soñado y volado sin alas hacia paraisos insospechados.
Queda un último trámite, especialmente retórico y doloroso para los próximos días (seguramente jueves-viernes). De entonces en adelante viviré de falsas expectativas nunca satisfechas y dolorosos recuerdos. Siempre podré destruir los de carácter material, como alguna vez ya hice, pero sé que no vale de nada.
Vuelvo a un día a día cruel y sin esperanzas, donde el correr sólo me permitirá agotar el cuerpo, para poder caer rendido y que la mente sufra menos.
Dejo el interrogante como postrero canto al optimismo. Ojalá vuelva...
Como no creo que ésto sea así, y no tengo nuevos sentimientos, esperanzas o ilusiones que compartir, cierro este micro-blog.
Gracias por estar ahí, Raquel. Gracias a algún anónimo (o quizá no tanto) que ahora se preguntará ¿de qué va ésto? Mejor no saberlo. Hay cosas por las que nadie debería pasar, ni siquiera a distancia...
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